La Corona, a su vez, es una organización formada por narcotraficantes que estuvieron al servicio del cártel de Sinaloa en el noroccidental estado de Jalisco y fueron leales a Ignacio “Nacho” Coronel, muerto a manos de militares en julio de 2010.
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El cuerpo es de Juan N., un “encobijado” descubierto el 30 de marzo de este año por policías locales con dos señales típicas del crimen organizado y un objeto inusual: atado con las manos en la espalda, un tiro de gracia… y una foto entre su ropa del extinto capo Nacho “Coronel” Villareal.
Los pocos testigos que vieron la “entrega” del “mensaje” – porque en Zapopan se ha vuelto costumbre voltear a otro lado cuando circulan camionetas sin placas — coinciden en algo: las tres camionetas exhibían, pintadas con aerosol, una corona de tres picos.
Tres camionetas, tres picos y el fantasma del “Coronel” revoloteando en un ejecutado. Así, los sicarios anunciaron que llegó el nuevo cartel del sexenio de Enrique Peña Nieto: “La Corona”, que se quiere colgar la joya del narcotráfico.
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“¿Qué es ‘La Corona’?”, pregunto al hombre que tengo enfrente. Trae lentes oscuros y ha elegido para conversar la mesa más alejada a la puerta de una cafetería en Naucalpan, Estado de México, para que nadie lo vea hablar con un reportero. Pide el anonimato porque, asegura, el procurador Murillo Karam ha instruido a que nadie hable sobre este tema.
“Es el nuevo cártel formado por los herederos de Nacho ‘Coronel’, ¿te acuerdas? Fue mano derecha de ‘El Chapo’ Guzmán, de los jefes más cabrones del Cártel de Sinaloa. Y quieren la plaza de Jalisco”, dice el mando, quien ha dirigido operativos para el Programa Nacional de Destrucción de Narcóticos.
“Te diré: son unos chavos muy sanguinarios. Son todos muy jóvenes, pero con carreras en el crimen muy intensas. Y han subido peldaños mostrándose más violentos que otros. Son extremadamente peligrosos y esa va a ser su tarjeta de presentación”, asegura este hombre entrado en los cuarenta años.
Se formaron dos años después del 29 de julio de 2010, cuando un operativo del Ejército Mexicano en el fraccionamiento Colinas de San Javier, Zapopan, derivó en el homicidio de su líder: Ignacio Coronel Villareal o “El Rey del Cristal” o “El Cachas de Diamantes”, nombrado así por su liderazgo en el trasiego de drogas sintéticas y por su afición a decorar con joyas las armas con las que asesinaba a sus enemigos.
Murió a los 56 años, una edad a la que muy pocos llegan con su trayectoria: fue operador de Amado Carillo Fuentes en Zacatecas, quien luego lo presentó con Joaquín Guzmán Loera, de quien se convirtió en operador financiero y pariente, al casarse con una de las sobrinas del “Chapo”.
Su vida es ejemplo para los capos que quieren continuar su legado: sanguinario, arrojado, conectado con las autoridades corruptas, millonario y bestial con sus enemigos, quienes luego de traicionarlo morían tras largas sesiones de tortura que se extendían hasta sus familiares.
Incluso, al morir aquella tarde, “El Coronel” dejó muestra de su resistencia: mientras giraba instrucciones de huida a su escolta Irán Quiñónez, asesinó a un soldado, antes de que tres militares le aventaran una ráfaga de balas que le atravesaron el pecho.
“Ellos ven a esta figura como su máxima admiración y quieren comenzar su poderío donde cayó su jefe, en Jalisco. Desde aquí quieren retomar la ruta de trasiego de droga que viene desde Sur y Centroamérica a través del occidente”, contó.
Van a pelear la ruta, dice, contra otros capos que también trabajaban con “El Coronel” y que se presentaron antes que ellos: el Cártel de Jalisco de Nueva Generación, que para irrumpir en la escena criminal eligió un video de Youtube y varias ejecuciones acompañadas de narcomensajes en cartulinas.
Y eso puede traer días aciagos para la “perla de Occidente”, que es la “joya” del narcotráfico al contar con el segundo aeropuerto con mayor relevancia en carga aérea, 42.93 kilómetros de litoral al Pacífico, frontera con seis estados a los cuatro puntos cardinales y carreteras que comunican a la entidad con el centro y norte del país.
“Los caracterizan dos cosas: son más jóvenes, más ambiciosos. No se van a detener, pueden meter en un apuro al Gobierno federal, porque tienen la fuerza de grupos armados como ‘La Resistencia’, que pueden desestabilizar Jalisco, apenas recuperado por el PRI.
“El otro asunto es que conocen el negocio de las drogas sintéticas, que está en auge frente a la marihuana. Su fuente de financiamiento va creciendo y, por ende, el poder”, señaló.
Desde su irrupción, en diciembre de 2012, repiten acciones de sus antecesores: al igual que el cartel Jalisco Nueva Generación se mueven con distintivos en sus camionetas, sus integrantes habitan en los ranchos de la periferia y se inspiran en la inteligencia de “El Padrino” Miguel Ángel Félix Gallardo, quien en los 80 fundó el Cartel de Guadalajara, semillero de capos.
“De todos los grupos nuevos, yo me preocuparía por este. Tienen todos los elementos para que su incursión desestabilice la entidad… los veo muy armados y lo que se sabe es que poseen antecedentes de inteligencia militar”, señaló el integrante de la PGR.
Hasta el momento, dijo, la Procuraduría federal les sigue la pista por cerca de 35 ejecuciones de alto impacto, así como trasiego de drogas sintéticas, y varias investigaciones los ligan a extorsiones a comerciantes.
Para muestra, un botón: el 1 de febrero, siete integrantes de “La Corona” fueron detenidos en Valles Jalisco con un arsenal de siete rifles AR-15, siete AK-47, una pistola calibre 12 y otra 38 que transportaban en cuatro camionetas de lujo.
“Hay dinero, están financiados por alguien. Y definitivamente, es el nuevo cártel en la era de Peña Nieto”, comentó el mando.
“La Corona” va por la joya que dejó caer de las manos su ídolo, El “King of Ice”, “El Coronel” que desde la tumba los dirige.
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